Wilco vuelve a la ruta con The Whole Love, un trabajo sólido y
preciso en el que confirman su madurez artística y su candidatura a mejor banda
independiente del momento
En
una entrevista realizada con motivo de la aparición de The Whole Love, Jeff Tweedy confesaba que “el amor está bien, pero
el secreto de las relaciones largas es odiar las mismas cosas”. El frontman de la banda hablaba de los
veinte años vividos junto a su mujer Sue, pero perfectamente podría referirse
al vínculo de un estadista con su pueblo o al de un canillita con su clientela.
También a lo que ocurre entre los miembros de un grupo de música; por ejemplo,
el suyo.
Tras
dos trabajos algo fallidos, Wilco se hace un sorpasso a sí mismo y vuelve a la escena discográfica con un señor
disco. Sin apenas artificios, The Whole
Love se asoma como un trabajo mercurial, denso y líquido, del que
sobresalen una instrumentación de orfebrería y su precisa ejecución. Algunas
canciones son festivamente clásicas, como “I Might” y “Dawned on Me”, mientras
otras como “Open Mind” o “Sunloathe” destacan por su melodía mañanera, de
desayuno en la cama. Tratándose de Tweedy, no podía faltar el eco beatle, doble
en esta ocasión, pues si en “Capitol City” se aproxima a Lennon, “Whole Love”
parece sacada de algún disco de The Wings.
A
los nostálgicos del experimento quizá les falte ruidismo, mientras que a los
baladistas les chirriarán los riffs
afilados con los que el guitarrista Nels Cline electrifica la placa; una
equidistancia que no hace sino reforzar la altura del disco. Pero unos y otros
coincidirán en que el tema que abre el disco, “Art of Almost”, bien vale una
gira. En definitiva, The Whole Love
es lo que parece: un amor completo, maduro, con rincones oscuros como en todas
las camas, pero del que sobresale la luz de los odios compartidos.
The Whole Love (dBpm, 2011)
Alejandro Feijóo
(Publicado en Esto No Es Una Revista, número 17: La Desgracia)
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