domingo, 1 de septiembre de 2013

Eels

Parafraseando la conocida boutade atribuida a Groucho Marx, cuanto más conozco al ser humano más quiero a Eels. Así comienza la nota que nuestro corresponsal en Madrid pergeñó a la luz del show de Mr. E y los suyos en la madre patria.

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Parafraseando la conocida boutade atribuida a Groucho Marx, cuanto más conozco al ser humano más quiero a Eels. Es lo que ocurre con ciertas pasiones laicas, construidas al calor del desamparo bajo las sombras de la pérdida. Para quien no sepa, los salmos de Mark Oliver Everett –Mr. E para amigos y ex amantes– se recubren de la espuma naif propia de las aguas del indie para hacer más llevadera la contundencia del dolor. En plena catarsis creativa, Mr. E nos ha regalado en menos de un año tres placas fantásticas que tanto pueden servir de trampolín al respiro espiritual como de aventura iniciática por las barbas del nihilismo romántico. El viaje está servido.

Hombre Lobo (2009)
Hombre Lobo vendría a ser el disco de un dinamitero que hace pogo con los cartuchos abajo del brazo. Cuatro años después del doble Blinking Lights and Other Revelations (2009), Everett cambia la pluma por las garras y la voz por los chillidos para lanzarse al encuentro del deseo. Esta docena de canciones no entienden de búsqueda porque un licántropo aullando por sangre fresca se salta los permisos y se sirve directamente de la yugular. Da igual la luz que la oscuridad, las canciones de cuna que la distorsión, el susurro que el aullido: siempre es luna llena cuando una herida no quiere cicatrizar.

End Times (2010)
Nada que ver con la ficción de Fukuyama y su fin de la historia: el nuevo cataclismo de Everett es de tal calibre que ríanse de la caída del Muro. Cuando en la vida toca divorcio se puede llamar a tu abogado o hacer un disco como este, donde el dolor entra al bazar como si fuera domingo y se sacude las astillas contra el cristal de Murano. Los restos del naufragio conviene buscarlos entre rasgueo y rasgueo, entre la pérdida y su orilla, buceando en las hilachas de un pasado que ya es historia antes de parir. Y eso sí, nada de interpretaciones, que la verdad sigue siendo ese ladrillo que ponemos debajo de la almohada cuando nos caemos de sueño.

Tomorrow Morning (2010)
Como si de un apunte hegeliano se tratara, tras la furia y la tristeza nos llega la hora de la calma. Sí, el sol ha salido, el amor ha llegado, “soy un colibrí flotando de árbol en árbol…” Maldición, ¿va a ser un día hermoso? ¿Reflejos de adultez, pulsión creativa, nueva pareja? Parece ser que todo eso y un poco más es lo que ahora inunda las entrañas de Mr. E, quien a pesar de tanta luz no abandona los anteojos oscuros para seguir mirándonos desde el rincón de la fiesta. Quién me iba a decir a mí que terminaría estas líneas de oxímoron en oxímoron y exaltando el amor.

Alejandro Feijóo





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