El nuevo chico maravilla
del blues marca el camino a seguir lanzando guiños al pasado desde un elegante
trabuco repleto de riffs.
Blunderbuss, el nuevo trabajo de Jack White, era ya
“El Disco del Año” antes de ver la luz comercial. Son los privilegios de ser el
nuevo paradigma del viejo blusero. Predispone a la empatía su aspecto pálido y
desaliñado, como de personaje de Tim Burton. Y sin embargo, pese a esa finura
de cuerda de mi, JW exhibe una potencia creativa que solo está a la altura de
su talentoso desparpajo. Y vuelve a hacerlo en Blundebuss, un pequeño disco enorme que el guitarrista de Detroit
parece haber grabado sin apenas despeinar su pelo despeinado.
Más
allá de sus escarceos con las bandas sonoras y la producción de artistas como
Loretta Lynn, Blunderbuss es,
técnicamente, la primera incursión como solista de JW. No eran de extrañar,
entonces, las expectativas generadas alrededor de la placa. Gracias a una
sencilla pero eficaz estrategia marketinera, llevamos meses tarareando sus dos
primeros singles, canciones tan buenas como disímiles, la textura de White
Stripes en “Sixteen Saltines” y el guiño retroblusero de “Love Interruption”.
Unas facciones clásicas que habían comenzado en el título (blunderbuss es ‘trabuco’), que descienden a través de un sonido que
recorre décadas y estilos, y que acaban conformando un registro tan propio como
global.
Más
allá de gustos, de JW resulta admirable su facilidad compositiva. Tanto es así
que algunos temas de Blunderbuss
confirman esa tendencia al boceto tan White Stripes, ese gusto por el espíritu
de sesión que se adivina un poco en “I Guess I Should Go To Sleep” y otro tanto
en “Hypocritical Kiss”. Y si “I’m Shakin” abunda en lo retro con un riff
entrador y unos coros muy The Supremes, “Freedom at 21” condensa el alma de este
disco: la frase pide auxilio mientras la guitarra deconstruye un punteo urgente
como fin de siglo. O sea, frescas canciones densas como ladrillos. Lo que le
cabe a un nuevo paradigma.
Blunderbuss (2012, Third Man
Records)
Alejandro
Feijóo
(Publicado en Esto No Es Una Revista, número 20: La Fiesta)
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