domingo, 1 de septiembre de 2013

Bendita cosecha

Dicen que antes de la vejez, antes de que el ocaso amanezca, la vida pasa por la etapa de madurez, en la que el otrora sembrador deviene en cosechador de aquellas semillas. Tres de estos viejos campesinos calibran su lucidez con vocación artesanal

Black Dub: Electronarcotizado
Un aviso para todos los que no trabajan en un matadero: la electronarcosis es un sistema de aturdimiento del ganado consistente en la aplicación de una descarga eléctrica mediante electrodos en la cabeza del animal. Este estado de adormecimiento dura no más de quince segundos, durante los cuales el bicho que pronto será filete queda lo suficientemente estúpido como para no registrar ni padecer el inminente degüello. Pues bien, si esquivamos el martirio y lo volvemos impulso primitivo, el último emprendimiento del músico y productor Daniel Lanois (Quebec, 1951) produce en el oyente un efecto similar, un aturdimiento narcótico del que cuesta zafarse.

Los armazones arpegiados, o como se llame la geometría hipnótica que Lanois traza con su guitarra, crean en el oyente el efecto de mecerse al borde del degüello. La sobria y a la vez contundente base rítmica le pone ruedas a este delicado acunamiento. Y para coronar, a las puertas de esta dulce muerte nos espera la voz de Trixie Whitley. Su registro de terciopelo inoxidable le proporciona una extraña naturalidad, y tanto cuelga de un hilo sobre el abismo como acaba sosteniendo el andamiaje con solemnidad y desgarro.

Inmerso en este paréntesis lisérgico, el cronista olvida decir que Lanois ha sido productor de bichos como Dylan, Eno, U2 o Neil Young y que el proyecto se llama Black Dub; y que sí, hay dub, y rock, soul, trip, reggae, mucho y buen blues, y la sensación de estar asistiendo a una ceremonia íntima de comunión entre la vigilia y lo que hay más allá del sueño. Y además está “Silverado”, que si no fuera una canción sería un electrodo.

Black Dub (Red Ink, 2010)

Eddie Vedder: Collar sin flores
Un aviso para quienes aún compran discos: el título no lo es todo. Es decir, si consiguen superar el trauma que produce un bautizo como el de “canciones de ukelele” y volver a casa con el CD convenientemente camuflado entre el periódico deportivo y el folleto del supermercado podrán considerarse afortunados. Porque si la anterior y primera aventura solista de Eddie Vedder (Illinois, 1964) nos había guiado por las profundas tierras salvajes del alma humana, esta se libera desde una primera escucha de los collares floridos con que hawaianos y tahitianos agasajan a sus visitantes para sembrar sus clavijas en el surco del despojo.

El título no solo es feo; también engaña, pues su contenido no es tanto del ukelele como de Veeder: su voz vence y convence desde la profundidad. El contraste con la ligereza del instrumento devuelve canciones despojadas de artificio, sin otro marco que el eco de un tañido que parece resonar atrás del hipotálamo. De necios sería negarlo: el disco puede hacerse algo monótono, y aquello que quizá no debiera haber superado la fase larvaria de la colaboración acaba convirtiéndose en un long play largo, valga lo que redunda. Pero a quien, como servidor, la voz de Vedder puede contarle como verdad la mayor mentira del diario se sentirá agasajado con estas Ukelele Songs y las llevará de viaje por la ciudad y mirará más allá de los auriculares sin entender a quienes hallan el confort entre tanto collar de flores.

Ukelele Songs (Universal, 2011)

Thurston Moore: Walking out the noise
Un aviso para quienes tienen una remera de Sonic Youth: Thurston Moore (Florida, 1958) se dejó la distorsión en el placard. El único ruido que hay en Demolished Thoughts es ruido de música, orquestaciones serias, algún aire oriental y capa sobre capa de un disco más de cámara que de amplificadores. Aunque no es menos cierto que a lo largo de la placa podemos encontrarnos con algún que otro crescendo de aires fáusticos que acaba remitiendo a la rabia que ha llevado a SY al inefable podio del avant-garde neoyorquino. “La vanguardia es así”, explicaría nuestro fausto vernáculo.

Cuatro años después de su anterior y más reconocible Trees Outside the Academy, la contrastada vocación noise del guitarrista de SY se ha convertido (al menos, momentáneamente) en un abrazo lírico que deslumbra por su delicada forma de transmitir lo impalpable, esto es, la construcción y consiguiente demolición del desencanto. No en vano el título de una de las canciones nos recuerda que blood never lies. Lo cual explica que además de la parábola del ruido, existen otras ficciones para explicar la pervivencia del deseo.

Demolished Thoughts (Matador Records, 2011)

Alejandro Feijóo


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