Sé de todo lo
que el espacio me contiene.
El mundo alza sus partes, también el muro que
regento: cuatro ángulos que son azar en el contexto. Aletear no es de mis
ojos, son miradas de otras vidas las que alivian la llana delicia de casa. Más
bien, paso de noche como con manos de ver el tacto, en ganas de círculo y
huevos romos. En voluntad, rumbo al diámetro, giro en escaleno por cuencas
y arrugas y ruedo de tabique a comprobar brillos que no firmo, aun celebrando
su ocasión. La boca no dice nada de comentar algo. Sabe que no hay piano posible;
su solo nombre espanta de piedad al curioso de resonancias.
Un silencio de
vez en cuando.
La casa se
asienta; el camino cautiva y queda de ello sombra en reposo. Ni pían los
ladrillos: la mejor silla siempre en deuda con lo posible. Entonces llega yo,
con ignorancia de día saciado. Ay de cielo que no cae.
Cede todo lo que
el espacio me contiene.
Alejandro Feijóo
Del poemario Regencia y subregencia
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