jueves, 2 de febrero de 2017

Poemas

Dejo apenas por un momento la digresión prácticamente infinita del trabajo asalariado para resumergirme en el mejor oficio del mundo: ser poeta

Que queda por ausentarse

Del abrazo un suspiro de lago
Sus aguas amansan
Por encima del sueño salobre
Desvalido del almíbar
Un aljibe más del desvelo
Que desagua sobre tus cuerpos
Siempre fugados
Sin la forma de las yemas
Sin hundirse en lo hondo
Siempre yéndose cuerpos
Barco a barco
Siempre la espuma hundiendo a la vigilia
Aunque parezca mentira.


Luego nada más que agua
Dulce acaso todo lo demás
Que queda por ausentarse
Tus cuerpos nos helamos
A bosques de distancia
Más allá de la estampida
Si apenas fuimos cada apenas
Mientras tanto
Todo el tiempo fue siendo entonces
Y tus cuerpos volvimos a faltar
Con la cortesía del aterido
Pidiendo clemencia a la fiebre
Por no haber sido abrazados.


De pena y las hilachas

Ya veré
La esparta tejiendo
Temblores de trama
Del aire
Un latir
Nada abstracto
En telas salvajes y esperas
Y un malón de malones de tus ojos
Enhebran polvaredas
Todo seco todo cactus
En la urdimbre del ladrido
Embozado, sin el morir
De pena y las hilachas
Por nacer postergado
La noche del día que nos dejamos
De empezar a veré.

Pero apenas defenso

La voz del volver me canta
Sola al oído de rejas
Un oratorio al desierto
Al orden de sus arenas
Inmovedizas
Que cubren de sombra los versos
Las marcas en la piel
El tajo flamante de rojo
De sangre de un estreno.
Todas las horas
Que la herida sepa soportar
Sobre sus bordes generosos
Serán bienvenidas
Al igual que se acuna
Al espanto en cada goce
La lumbre en cada tiniebla
O el firmamento en el olvido
Como un secreto guardado entre las rocas
Pero apenas defenso
De la intemperie del otro
Y sin embargo con un rastro de ancestros
Que lo acabaría fundiendo al sinfín.

Alejandro Feijóo



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