jueves, 2 de febrero de 2017

Una historia de azotes (fragmento)

Él:      No ha llegado el Manual, ¿verdad?
Ella:  No señor. (Le sirve una bebida en la taza).
Él:      Hace frío. (Ella va al termómetro). ¿24 grados?
Ella:  23 grados y 6 décimas. Exactamente.
Él:      Lo sabía. Es tu día de suerte.
Ella:  Sí, señor. Lo he mirado. Entra en el margen de error.
Él:      No te excedas en las respuestas.
Ella:  No, señor.
Él:      No vuelvas a excederte en las respuestas.
Ella:  Sí, señor.

Él:      Responde cuando se te pregunta. (Ella asiente). No es una pregunta. (Ella vuelve a asentir). No hace falta que contestes. Acabo de levantarme. Tengo frío. (Volviendo a beber). ¿Sabes lo que decían los primeros manuales? “Encima de las posaderas ardientes deben poderse cocinar pajaritos o asar castañas”… ¿Lo imaginas? Torcazas, petirrojos a las nalgas. Mirlos abiertos a la espalda cocinados sobre las brasas de unas posaderas ardientes. Luego, claro, la gente se fue alejando de la naturaleza. Y así llegamos hasta hoy. A la espera de un nuevo Manual. (Silencio). Estamos a las puertas de un nuevo orden.
Ella:  (Desde la habitación). Me gustaría aprender.
Él:      Necesariamente van a cambiar muchas cosas. Estamos como en un punto de fuga. En la bisagra que abre la ventana a otro estado de cosas. (Se limpia con la servilleta). Pero mientras tanto, tú quieres aprender. (Se acerca al panel de instrumentos. Se arremanga). ¿Te gustaría aprender? Eres ingeniosa. No lo niego. Y mejor que las otras, desde luego... Pero imaginarás que debo ser justo. Debo tratarte a ti como a cualquiera. Eso es lo que dice el Manual en funciones…
Ella:  (Entra al salón. Se arregla el vestido). Me gustaría aprender.
Él:      (Con la pala en la mano). Nunca me perdonaría haber castigado a las otras y hacer ahora la vista gorda contigo. Vuestro sacrificio no puede ser en vano. Recuerda que esto no le gusta a nadie. Tú lo comprendes.
Ella:  (Con un terror en el que tiene que haber resignación). ¿Qué ha sido, señor?
Él:      Nunca simétrico. ¿Lo recuerdas?
Ella:  ¿Ha entrado al baño? Nunca lo hace antes de...
Él:      (Se acerca. Violento). No necesito ver que la secuencia está mal para saber que la secuencia está mal. Yo pienso todo el día en estas cosas. (Ella va acomodando el atril de castigo en el centro de la escena). No olvides que siempre se puede mejorar. (Ella se reclina sobre el atril).

Alejandro Feijóo
De la obra teatral Una historia de azotes

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