Conocer a Duane Michals es un
viaje de ida, pues luego será difícil volver a ver una fotografía como si de
una fotografía se tratara
Autodidacta
y de origen obrero, Duane Michals (Estados Unidos, 1932) representa como pocos
la fotografía aplicada al servicio de un concepto, la cual escapa de los cánones
técnicos y de composición para adentrarse en un terreno donde la seriación
ocupa el lugar central de la imagen, desplazando al objeto fotografiado hacia
una suerte de periferia al servicio de la narración. De este modo, la trama
narrativa se introduce para que una serie de instantáneas producidas de forma
individual consigan entenderse como un todo que abarca incluso las partes
clásicas en las que se divide un relato. Lo significativo es que, a su vez,
este tratamiento colectivo consigue revalorizar cada una de las imágenes,
dándoles una resignificación autónoma que alcanza a escaparse de su dilución en
la propuesta narrativa.
Por
otra parte, la novelización de las imágenes introduce al autor en la obra, lo
corporiza. Rompe la cuarta pared, ya no la que se interpone entre el espectador
y los personajes sino entre la obra y el autor. La ficcionalización, pues,
estalla como un autorretrato cooperativo. Esta “tercerización” de la
dramaturgia no aísla al creador ni lo funde en la historia incorporada sino que,
por el contrario, le da mayor entidad y lo consolida como propietario de la
obra. Una propiedad que se consolida con las anotaciones caligráficas que
Michals realiza en muchas de sus obras.
Deudor
confeso de Balthus y de René Magritte, del primero parece tomar la laxitud de
los cuerpos y cierta displicencia postural, mientras que del pintor belga asume
su capacidad para representar ideas y contradicciones. A su vez, son muchos los
autores que han dedicado estudio a las fotografías de Michals, entre los que
destaca Michel Foucault, quien sobre las anotaciones manuscritas en las
fotografías apuntó: “La visión de estas palabras escritas sobre una página me
agrada. Es como una señal que he dejado detrás de mí; es como una extraña
huella, indecisa, que prueba que he pasado por allí”.
Las
secuencias que Esto No Es Una Revista tiene el placer de enseñarles abarcan
cerca de treinta años del trabajo profesional de Michals. En ellas, temas como
el adiós (“Sad Farrewell”), el azar (“Chance Metting”), la representación
seriada dentro de la seriación (“Things Are Queer”), la muerte (“Grandpa Goes
To Heaven”), la física y hasta la mecánica cuántica coexisten de forma natural
con la necesidad de expresar originalmente el decir artístico. Ese decir que,
según el propio Michals, no es necesario forzar: “Nunca intentes ser un
artista; simplemente haz tu trabajo, y si el trabajo es honesto, se convertirá
en arte”.
Alejandro Feijóo
(Publicado
en Esto No
Es Una Revista, número 37: El Dentista)
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