La exposición del Museo d’ Orsay se atreve con el cuerpo masculino
desnudo, un motivo que es tabú hasta para el arte.
Lo sabe todo el mundo: Adán y Eva
no disfrutaban de un trato igualitario en el Edén. Las distancias se instalaron
entre ellos desde el momento mismo en que saliera del costado del muchacho. Y
ya nunca nada fue lo mismo. Luego vino la tentación y con ella, el desnudo y el
destierro posterior. Sin embargo, el hombre pareció recuperarse de aquella
desnudez originaria bastante mejor que la mujer, cuyo cuerpo expuesto como Dios la trajo al mundo comenzó a
verse como la representación del orden natural, mientras que las virtudes
masculinas pronto pasaron a ser una cuestión de Estado y de sus dependencias,
los baños sauna.
La representación artística, con
su correspondiente mecenazgo clerical y monárquico, terminó por solidificar las
asimetrías. Salvo contados y magníficos exponentes, el travelling descendente del artista se detiene apenas vislumbradas
las ingles del hombre. Con ánimo igualmente recopilatorio y provocador, el
Museo d' Orsay de París ha organizado la muestra “Masculin/Masculin”, que reúne
más de un centenar de obras en distintos formatos con el único motivo del
cuerpo masculino desnudo. La exposición concentra pinturas, esculturas y
fotografías a partir del año 1800, cuando la Revolución Industrial había
comenzado a instalar la “indiferencia de la naturaleza”, según señala Xavier
Rey, uno de los comisarios de la muestra.
“Masculin/Masculin” se dispone en
once espacios temáticos, que resumen respectivamente el ideal clásico, el
desnudo heroico, el cuerpo en la naturaleza o el dolor. En sus salas pueden
verse obras de Rodin, Cézanne, Lucien Freud, Edward Mundo o el celebrado Ron
Mueck, entre otros. Esto No Es Una
Revista les trae una coqueta selección de dichas obras dirigida a todos
aquellos que no tengan la fortuna de pasear este invierno por las orillas del
Sena, ya sea bien abrigados o germinalmente desnudos.
Alejandro Feijóo
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