Cuando el obturador se cierra, el fotógrafo se convierte en artista. Es entonces cuando José Manuel Magano, pigmentos en mano, nos transporta cien años atrás.
Una definición de fotógrafo que
firmaría probablemente el grueso de las personas es la de aquel personaje que,
con mayor o menor inclinación artística, hace de la captura del instante su
objetivo final. Como si de una máxima se tratara, “fotografío, luego soy
fotógrafo” pone a la acción de tomar la fotografía en el lugar del cogito cartesiano, de lo que es germinal
y a la vez fundamento de existencia posterior. Sin desmerecer estos usos y
costumbres, existen por fortuna fotógrafos como José Manuel Magano para
desmontar este modus operandi, porque es tras el sonido del obturador cuando
este madrileño autodidacta comienza a construir su cometido artístico.
La combinación de técnicas
fotográficas y pictóricas requiere de una minuciosidad de la que Magano no solo
hace gala, sino que se convierte en una de las características medulares de su
proceso creativo. Para transitar este camino artesanal utiliza un negativo a
tamaño final y por contacto directo para luego trasladar la imagen a un papel
de calidad cien por cien algodón que ha sido previamente
emulsionado a mano y expuesto a una fuente de luz rica en rayos ultravioletas.
La preparación de la emulsión, el tratamiento del soporte y el trabajo de las
sucesivas exposiciones a los rayos UV constituyen la base de esta técnica
singular que acaba produciendo copias únicas.
La elección por
estos procesos pigmentarios de más de cien años de antigüedad no es,
ciertamente, casual. Las fotografías de Magano son, en sentido estricto, la
recreación de una recreación, y como tal plantean una reflexión que no es
neutral acerca de la representación y la inmediatez. Así, pincelada tras
pincelada, toma cuerpo una rebeldía nostálgica que dota a sus fotografías de
una emocionada sensibilidad, que igual engalana las brumas de un bosque como
atraviesa una transparencia que a la vez propone espesuras.
Alejandro Feijóo
(Publicado en Esto No Es Una
Revista, número 28: El Cerro)
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