martes, 19 de noviembre de 2013

La historia del peine en la historia

Del marfil de hipopótamos egipcios al actual plástico duro made in China, el peine ha sido siempre ese señor dentado que nos permite salir lindos en las fotos

Mucho antes de que el peine se hubiera convertido en ese objeto que encaja perfectamente en el bolsillo del caballero; mucho antes también de que el pelo se volviera fetiche de una sexualidad más o menos intensa, y mucho antes –por supuesto– de que los clorofluorocarbonados de lacas y fijadores hubieran dado en la diana de la capa de ozono, el peine ya había mostrado sus dientes en las fauces de la humanidad. La galería fotográfica que les presentamos a continuación da buena fe de esa presencia histórica, acaso modesta pero nunca marginal.

OxB_27: El frío antes de tiempo

El hombre cauto se sirve ahora del frío para perpetuar su inacción (a pesar de que los coches le pasan raspando)

El primer frío de la temporada lo encuentra en plena pesadumbre. No quiere decirse con esto que al hombre cauto lo ocupe una tristeza específica, un suceso alejado de la línea común de sus días. Camina por la calle apenas con el fardo del ser como un colgajo en su espalda.

Cierto es que la noche anterior, al aspirar el cielo aclarado por el viento, había sabido atisbar el cambio de temperatura. Entonces se asomaba al balcón de su casa, sin sueño ni actividad que lo fijaran a la tierra del horario. El tamborileo de los tres dedos centrales de una mano contra la barandilla de aluminio se acompasó con el vaivén de la silueta de una joven que al doblar la esquina se envalentonó ante la cercanía de portales conocidos.

Esos raros peinados nuevos

La presencia del peinado femenino a lo largo de la historia de la pintura oscila entre la captura del momento íntimo y la intromisión de un observador que no es neutral

Es probable que la presencia femenina en tanto motivo pictórico tenga como competidor exclusivo al mismísimo Jesucristo, el único que acaso pueda hacerle sombra en cuanto al número de apariciones. Las causas se presentan bastante evidentes: las sinuosidades que se le suponen al cuerpo de una mujer, su desnudez (primero virginal, después más insinuante) y la frágil sensualidad que desprende han sido objeto de placer masculino y, por ende, constatación de su supremacía como sujeto histórico. En este contexto socioestético, las cabelleras constituyen la metáfora más precisa, la hebra que une todos los vértices de un significado que hunde sus raíces en la historia de los grupos sociales humanos.

Del Everest para abajo

Todo el mundo sabe que el Everest es la montaña más alta del mundo. De ahí para abajo empiezan las confusiones sobre cómo nombrar las elevaciones naturales del terreno.

El asunto del tamaño (del tamaño de las cosas) es tan antiguo como la cosa misma. Las categorizaciones por cuestión de centímetros, además de condicionar la satisfacción final del usuario, afectan sobremanera al nombre del objeto, que según cuánto se eleve adquiere una u otra nominación. Comprobamos que las alturas naturales del terreno no escapan a este debate universal.

Si ponemos una montaña junto a un cerro, pocos dudaríamos en señalar a aquella como la más alta y prominente frente a este, de genealogía más provincial. Sin embargo, aquí parecen acabarse las certezas respecto de las proporciones, al menos en el ámbito del saber llano de las elevaciones naturales.

J. M. Magano: Goma bicromatada

Cuando el obturador se cierra, el fotógrafo se convierte en artista. Es entonces cuando José Manuel Magano, pigmentos en mano, nos transporta cien años atrás.


Una definición de fotógrafo que firmaría probablemente el grueso de las personas es la de aquel personaje que, con mayor o menor inclinación artística, hace de la captura del instante su objetivo final. Como si de una máxima se tratara, “fotografío, luego soy fotógrafo” pone a la acción de tomar la fotografía en el lugar del cogito cartesiano, de lo que es germinal y a la vez fundamento de existencia posterior. Sin desmerecer estos usos y costumbres, existen por fortuna fotógrafos como José Manuel Magano para desmontar este modus operandi, porque es tras el sonido del obturador cuando este madrileño autodidacta comienza a construir su cometido artístico.

OxB_28: Monstruos en ayunas

El hombre parecía ser el único en no haberse enterado: la otra cara del sueño no siempre es la vigilia. Y mucho menos eso que llamamos "el día de hoy".

El hombre no sueña. Hace muchos años que esto ocurre, aunque hace algunos que el suceso dejó de preocuparle. Cuando comenzó el fenómeno, sin motivo aparente, sin eso que causa las cosas, los despertares eran fosas apenas profundas pero despiadadamente largas cuya extensión tardaba pesadillas en recorrer. Los pasos sobre el barro cuarteado lo conducían como una obligación hacia la cocina, donde el vacío humeaba, se hacía peristáltico y acababa necesariamente contra los posos hechos muros del café. Allí, en una lectura imposible de trincheras, el hombre se libraba del hueco a medida que la nube de pintas se despejaba hacia los confines de la taza. Entonces, el ayuno ya burlado, cargaba el día sobre sus hombros como si fuera posible hacer futuro, como si el no soñar no lo hubiera podado de deseos.

El neodarwinismo del blues

En su último disco, North Mississippi Allstars gira el pescuezo hacia el pasado para restaurar clásicos que suenan como recién salidos del horno.

Cuando North Mississippi Allstars nos regalaron las llaves del reino, hicimos referencia a la creativa y, por qué no, generosa forma con que los hermanos Luther y Cody Dickinson despedían a su padre, el productor y músico blusero Jim Dickinson, entonces recientemente fallecido. Aquel disco, hondo en la emoción, marcaba el ritmo del dolor por la desaparición de una figura totémica, no solo para los hijos, también para buena parte de la producción musical sureña. Pasados el tiempo y los números de esta revista, NMA pone el pie en la lista de novedades musicales con World Boogie Is Coming, un trabajo que nos devuelve una mirada evolucionista sobre los géneros que, alrededor del blues, surgieron y se desarrollaron en el delta del Misisipi y sus extendidos alrededores.

Soñando voy, soñando vengo

El surrealismo nos sumerge en el sueño y nos abre los ojos que miran hacia dentro de los ojos cerrados que sueñan con una exposición de cuadros

De todos los ismos artísticos que nos regaló el siglo xx, el del surrealismo es sin duda uno de los más popularizados, y en especial el que atañe a las artes plásticas. Las razones de esta afección masiva, sin embargo, no resultan del todo claras. Acaso sea porque, de tan disociada como viene la realidad, la correspondencia con esta queda asfaltada por la potencia de las metáforas visuales sembradas de onirismo; acaso sea porque este reflejo de lo onírico despierta en el otro una suerte de pudor que se resuelve desde la aceptación; acaso, simplemente, porque esta aceptación sea un mecanismo de defensa del vulgo, de quien se siente vejado por la revelación de su sueño de más recóndito: de su deseo.

Víctor Mahana: Cuando desperté no había nadie

 

Los cuadros de Mahana tienen lugar en un no-tiempo, en una suerte de atemporalidad que dota al poliedro cromático de más ángulos que vértices.

El joven artista Víctor Mahana (Santiago de Chile, 1977) acaba de clausurar una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile titulada “Cuando desperté no había nadie”. Las obras allí expuestas, que Esto No Es Una Revista reproduce con la gentileza de su autor, reflejan motivos que parecen tener su origen en un punto situado a caballo entre el sueño y la vigilia.

Esta tensión hace que resulte difícil permanecer ajeno ante la obra de Mahana.