Las fotografías de las víctimas de los
desahucios, realizadas por Olmo Calvo, tienen un doble valor testimonial y
artístico.
Cada caso es único. Cada drama encierra en sí una experiencia propia e
intransferible. Y sin embargo el procedimiento se reproduce con ensañamiento
milimétrico. Los desahucios, que se repiten en España desde 2007 al ritmo del
desfalco de lo público, suman cada día nuevas víctimas. No resulta fácil
establecer una cifra de ejecuciones hipotecarias, debido principalmente a la
opacidad de los organismos públicos implicados. Quizá sean los más de
quinientos desalojos diarios que en 2012 denunció la Plataforma de Afectados
por la Hipoteca ;
quizá que más del 80 % de estas familias desahuciadas tengan menores a su
cargo; quizá las docenas de suicidios.
Del otro lado, cerca de cinco millones
de viviendas vacías cuyos dueños (particulares y, sobre todo, entidades
bancarias) esperan que la burbuja inmobiliaria toque fondo, que las
valoraciones repunten, que la especulación vuelva a dar frutos. Mientras tanto,
al cierre de esta edición la
Constitución de 1978 sigue garantizando el derecho a una
vivienda digna.
En paralelo, la lucha contra los desalojos se corporizó y visibilizó el
ultraje. Y en esa trinchera se encuentra el fotógrafo cántabro Olmo Calvo. Su
trabajo se desarrolla entre amenazas y chantajes policiales, sorteando la
escalada represiva, la confiscación del material de trabajo; doblegando con el
objetivo de su cámara la presunción de veracidad que la ley otorga a los
cuerpos de seguridad. Pero como el lector ya habrá notado, sus fotografías
superan por varios cuerpos el valor del testimonio para adentrarse en el
terreno de lo estético. No en vano, la serie “Víctimas de los desahucios” se
alzó con el XVI Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña
que anualmente convoca la organización no gubernamental Médicos del Mundo. Así,
la utilización del blanco y negro, los contrastes acentuados, las siluetas en
sombra se alzan como herramientas metafóricas y, a la vez, se estampan en la
foto como sellos de un autor personal y contundente.
Alejandro
Feijóo
(Publicado en Esto No Es Una Revista, número 32: El Dinero)
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