lunes, 29 de septiembre de 2014

Un tranvía llamado Woody Allen

La obra temprana de Woody Allen nos revela que todos quisimos ser otros antes de ser quienes creemos que somos.

¿Cómo hemos sido todos nosotros antes de ser quienes somos? Según cómo se formule, la pregunta puede situarse junto al folletín de autoayuda o acompañando a la introspección narcótica más profunda. Sea de esta manera o de aquella, no es difícil que la conclusión más honesta acabe siendo algo parecido a que todos somos lo que venimos siendo, otorgándosele a este gerundio compuesto una dimensión espaciotemporal que allá cada uno con su cronología de picos vitales y zanjas espirituales.

OxB_33: La noche mano adentro

El sueño del hombre esta vez trae consigo un apéndice que duda entre buscar y encontrar.

El hombre sueña que tiene una mano metida dentro de sí mismo. Técnicamente el sueño presenta un error, pues la mano entra por la boca apenas hasta la muñeca pero logra alcanzar y revolver las tripas más alejadas. Pero no es esta licencia onírica lo que preocupa al hombre soñador, acostumbrado a admitir los permisos del sueño cuando aún se está dentro de este. El hombre sabe que el placer se encuentra en derrotar a la tentación y no en sucumbir a sus adornos y recompensas, al boato de saberse tentado, al ornamento del destello. Y sin embargo, en el sueño desde el que relata, el hombre accede a la tentación de buscarse por dentro. Pide el hombre que no se confundan: el señuelo es encontrarse pero la debilidad empieza y termina con la búsqueda.

El Greco

El griego más español cumple 400 años rodeado de boatos oficiales y sentidos homenajes privados.

Es lo que tiene la cultura cuando cae en las garras de (algunos) organismos oficiales. Un Gobierno como el español, que desde su asunción en diciembre de 2011 no ha hecho sino dinamitar las expresiones culturales con medidas como duplicar el IVA, fomentar el cierre de espacios, miniaturizar las ayudas…, saca pecho con la celebración del cuarto centenario de la muerte de El Greco, una efeméride que se ha convertido en el magno acontecimiento castellano del año. Pero como suele ocurrir en estos casos, si se deja de lado el pulpo atenazante del matiz, se puede sacar provecho (y mucho) del repaso a las obras del enorme cretense que todo lo languidecía con su pincel.

Pan caliente

Nueva entrega de nuestro compendio de novedades discográficas, en el que coinciden chicos malos, chicas mandonas y un señor que vive protestando.

Desde que la industria discográfica certificara su propia defunción, allá por el advenimiento de internet, la cantidad de novedades musicales se fue multiplicando al ritmo de los panes y los peces. Para explicar este proceso en apariencia contradictorio podrían esgrimirse una multitud de motivos: la conversión del oyente en usuario, el final del culto al objeto-disco, la simple y llana piratería vikinga o la bipolaridad de una industria que se afana por explotar todas las ventajas (propias) de la red de redes a la vez que censura todas las ventajas (ajenas) de la red de redes. Sea como fuere, no nos toca valorar esta realidad compleja y sí exprimir en pocas líneas las beldades y algunas de las fealdades de estos discos crujientes como milonguitas recién salidas del horno. Prick up your ears!