Lo interior y lo exterior se
complementan de tal forma en la obra de Paul Cézanne que los bodegones y la
intemperie acaban prestándose la distancia entre el orden y el caos.
Cuando en este mismo número nos referíamos a la dualidad entre
fotógrafos de estudio y fotógrafos de exterior, exaltábamos el deambular
errático de Sergio Larraín y su capacidad para capturar la magia de la
intemperie. Es precisamente en este binomio in/out
donde interviene la importante muestra monográfica que de Paul Cézanne
(1839-1906) nos brinda el Museo
Thyssen-Bornemisza de Madrid. Bajo el título “Cézanne site/non site”, la
pinacoteca madrileña expone 58 pinturas (49 óleos y 9 acuarelas) del más
impresionista de los impresionistas y, a la vez, de uno de los artistas que más
cultivó un recorrido propio alejado de los postulados de este movimiento, lo
cual propició que se convirtiera en el primer cubista, antes incluso de que el
cubismo naciera como tal.
El concepto “site/non site” es
deudor de una interpretación realizada por el artista abstracto estadounidense
Robert Smithson, quien reflexionó sobre la, a su juicio, simplificación
formalista que el cubismo y sus seguidores habían hecho de la obra de Cézanne.
Para Smithson, la obra del pintor francés merecía ser rescatada a partir de las
referencias físicas presentes tanto en sus paisajes como en sus naturalezas
muertas. Partiendo de este precepto, la exposición reflexiona sobre el carácter
estático de las obras compuestas al aire libre enfrentándolo al dinamismo
propio de la naturaleza de sus bodegones de interior. La puesta en escena de
aquellos y las tensiones de estos dialogan de forma inversa, pues la
estabilidad solemne de las escenas de exterior enfatiza la disposición casi
azarosa de frutas, jarrones y botellas.
La exposición, que tiene el valor
añadido de ser la primera monográfica que se organiza en España en los últimos
treinta años, está dividida en cinco espacios: Retrato de un desconocido, La
curva del camino, Desnudos y árboles, El fantasma de la Sainte-Victoire y Juego
de construcciones. Cada uno de ellos compone una perspectiva distinta y a la
vez complementaria de las dos caras, o al menos de dos de las caras, del genial
artista francés.
Alejandro Feijóo
(Publicado en Esto No Es Una
Revista, número 31: La Luz)
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